Monday, November 24, 2008

25 de noviembre

Día Internacional contra la violencia hacía las mujeres y las niñas en Honduras. En Perú tenemos algo así o todavía seguimos siendo cómplices de estos atropellos? Seamos valientes y rompamos el


Sunday, November 23, 2008

Mi propio concepto de melancolía.

Comparto con Sigmund Freud su concepto de melancolía, cuando éste la define como sinónimo del duelo. De esta tesis destaco, sobretodo, que se la entienda como “una reacción frente a la pérdida” (Freud 1), puesto que considero que la sensación de extravío con la que se inaugura la melancolía, nos sumerge en un vacío donde nos es imposible (re)construir una identidad. Esta desolación, fruto del despojado agujero detonado por la añoranza de algo que se ha perdido, nos hace, justamente, desvanecernos en la evocación de lo que estuvo y ya no está o de lo que nunca estuvo y hubiésemos deseado que estuviera. De ahí que se estrenen una serie de comportamientos que se traducirán en “desviaciones de la conducta normal en la vida” (Freud 1) debido a que éstos se transforman en la huella de la huella de la desolación y la angustia.

El sujeto melancólico es calificado como loco, tal y como se suele conceptuar al poeta, quien vive sumergido entre las redes de un mundo privado. El melancólico, al igual que el poeta, crea un lenguaje propio fruto de la renuncia y desconexión con el mundo de afuera, pues éste ha dado nacimiento a una experiencia “extraordinariamente dolorosa” (Freud 2). El mundo de afuera, el de arriba, el janaq pacha, se convierte en lugar no habitable para un yo completamente degradado,
del que ya sólo se respira “repulsión y castigo” (Freud 3). Frente a esta realidad, sólo queda habitar el mundo de abajo, el ukhu pacha, en donde no se cuenta con la presencia de otros y reina la vergüenza (Freud 3).

De la melancolía se desprende la nostalgia cuyo órgano principal es la memoria, la cual conduce hacia el recuerdo, la llama que inflama y dota de vida a la melancolía. Es en la remembranza donde se hace útil este lenguaje privado del que hablaba líneas arriba, ya que es mediadora entre el individuo melancólico y aquellas memorias que lo reconcilian consigo mismo, aunque sea por un instante, en la comunión con lo que ya no está. Lo que guarda la memoria hace de la persona melancólica un ser ensimismado y misterioso que mira la realidad con ojos empapados de pasado. Este regresar continuo se troca en una herida abierta que sangra cada vez que se pretende una vuelta hacia el recuerdo, por lo que muchas veces la melancolía puede resultar en “manía” (Freud 7) tras la búsqueda incesante de alusiones, a veces, inexistentes.

Esta memoria no tiene tiempo, no depende de él. El nido en el que subyacen los recuerdos no responde a un orden coherente o cronológico. Éstos surgen como detonantes frente a la mente frágil que escarba en la historia propia para aferrarse a un tiempo querido, a uno que fue paraíso y que hoy por hoy representa una utopía. El tiempo de la memoria, por otro lado, interrumpe al tiempo real, lo suspende y se antepone a éste para develar frente a él antiguos designios.

Esta es la única suerte de la que goza el melancólico.

...

En estos días he venido andando como malabarista sobre una soga en la que estaba, constantemente, a punto de caer. Creo, al menos, el tramo se ha detenido y estoy nuevamente en calma, estable. Las lecturas de estos días me están afctando muchísimo y van creando conciencia sobre otros reinos tan desconocidos o quizá olvidados.

Mi querida Mónica Rodríguez me recordó que venían tiempos nuevos y yo frente al cambio siempre me asusto pero ahora, como nunca, siento la piedra en el pecho y sé, jodidamente, hacia dónde y con quién voy.

Bienvenidas

Una pausa en la lectura ocupada, la que mantiene mis ojos en el Orientalismo, explicado por Said, trajo a mis dedos hasta este apartado, a donde regreso. El universo, siempre incesante, Beatriz, trae una música lejana que llega con sabor a huayno y veo las fotos, leo las noticias y pienso otra vez en Lima.

Ayer hablaba con una mujer a la que admiro, la que me ha ayudado a evolucionar demasiado en el vaivén de dos cursos dictados. Le comentaba que temía mucho esta nueva visita a Lima. Ha pasado casi un año y medio desde mi partida y todo en mi vida ha dado un vuelco indetenible. Cómo van a procesar mis ojos y mis oídos todo lo aprendido en este tiempo de estar lejos y volverme diferente frente al espacio Limeño? Cómo van a reaccionar mis amigos, mi mamá cuando vean entrar y escuchen hablar a esta nueva Érika? Cómo me voy a sentir yo frente al flujo que no ha dejado de ser conmigo afuera? Me asombro de sólo ver que ahora, mi nombre siempre lo escribo con acento. Quizá siempre debió ser así pero no caí en cuenta hasta que vine a vivir a U S A.