Sunday, November 23, 2008

Mi propio concepto de melancolía.

Comparto con Sigmund Freud su concepto de melancolía, cuando éste la define como sinónimo del duelo. De esta tesis destaco, sobretodo, que se la entienda como “una reacción frente a la pérdida” (Freud 1), puesto que considero que la sensación de extravío con la que se inaugura la melancolía, nos sumerge en un vacío donde nos es imposible (re)construir una identidad. Esta desolación, fruto del despojado agujero detonado por la añoranza de algo que se ha perdido, nos hace, justamente, desvanecernos en la evocación de lo que estuvo y ya no está o de lo que nunca estuvo y hubiésemos deseado que estuviera. De ahí que se estrenen una serie de comportamientos que se traducirán en “desviaciones de la conducta normal en la vida” (Freud 1) debido a que éstos se transforman en la huella de la huella de la desolación y la angustia.

El sujeto melancólico es calificado como loco, tal y como se suele conceptuar al poeta, quien vive sumergido entre las redes de un mundo privado. El melancólico, al igual que el poeta, crea un lenguaje propio fruto de la renuncia y desconexión con el mundo de afuera, pues éste ha dado nacimiento a una experiencia “extraordinariamente dolorosa” (Freud 2). El mundo de afuera, el de arriba, el janaq pacha, se convierte en lugar no habitable para un yo completamente degradado,
del que ya sólo se respira “repulsión y castigo” (Freud 3). Frente a esta realidad, sólo queda habitar el mundo de abajo, el ukhu pacha, en donde no se cuenta con la presencia de otros y reina la vergüenza (Freud 3).

De la melancolía se desprende la nostalgia cuyo órgano principal es la memoria, la cual conduce hacia el recuerdo, la llama que inflama y dota de vida a la melancolía. Es en la remembranza donde se hace útil este lenguaje privado del que hablaba líneas arriba, ya que es mediadora entre el individuo melancólico y aquellas memorias que lo reconcilian consigo mismo, aunque sea por un instante, en la comunión con lo que ya no está. Lo que guarda la memoria hace de la persona melancólica un ser ensimismado y misterioso que mira la realidad con ojos empapados de pasado. Este regresar continuo se troca en una herida abierta que sangra cada vez que se pretende una vuelta hacia el recuerdo, por lo que muchas veces la melancolía puede resultar en “manía” (Freud 7) tras la búsqueda incesante de alusiones, a veces, inexistentes.

Esta memoria no tiene tiempo, no depende de él. El nido en el que subyacen los recuerdos no responde a un orden coherente o cronológico. Éstos surgen como detonantes frente a la mente frágil que escarba en la historia propia para aferrarse a un tiempo querido, a uno que fue paraíso y que hoy por hoy representa una utopía. El tiempo de la memoria, por otro lado, interrumpe al tiempo real, lo suspende y se antepone a éste para develar frente a él antiguos designios.

Esta es la única suerte de la que goza el melancólico.

5 comments:

marc said...

el yonki, al igual que el melancólico, siempre quiere volver a aquel chute que lo hizo por primera vez feliz.

Roberto said...

Hay la suerte de la belleza y del arte de la incertidumbre y la duda, para los melancólicos como nosotros.

Roberto said...

Eric G Wilson
Against Happiness. In Praise of Melancholy
2008

Es un libro sencillo pero con las ideas y lecturas condimentadas y sugerentes. En el país del olvido y las supercarreteras [que todos morimos y somos más vitales con la muerte cerca o fresca]

Nelson said...

Muy interesante este post, no me había percatado de él en mi anterior visita.
Mucha gente me ha dicho que lo que escribo le suena meláncolico y nostálgico, yo no intento serlo, todo lo contrario, pero ¡quién ha dicho que se puede escribir como uno realmente lo intenta!
En realidad, evito la nostalgia, no soy partidario de ella, para mí cualquier tiempo futuro siempre será mejor. Estoy convencido de eso, al mento intento estarlo. Lo venidero, lo que no está hecho, lo desconocido me augura mejores frutos que lo ya hecho. Lo contrario me suena a conformismo, a mansedumbre.
Aunque me sorprendo ahora a mí mismo escribiendo esto mientras escucho rock de los 80's... ¡¡es que era muy bueno!!

Noelia A said...

"No se puede ir a buscar el pasado fuera de la cabeza"
Es una frase mía, sacada de un cuento, pues a veces uno va hacia un determinado lugar con unas supuestas intenciones supuestamente "claras". Y resulta que va por otro cosa, y ahi es cuando sobreviene una inesperada decepción, pues nosotros a veces pretendemos que el pasado es algo quieto, congelado, que volvemos al lugar donde sucedio, a la persona que lo protagonizó, y que todo va a estar igual. Y no es así, el lugar cambió, y la persona del pasado, la que conociamos, ya no es más la que recordamos, es otra, ha cambiado. No sé si viene a cuento.
A veces percibo eso que decis en mi padre, en su compulsión pr regresar a un lugar y a una época que fue nefasta para el país. Pues viviamos en ese tiempo (yo recien nacida, no conserbvo recuerdos) en un puebloo fronterizo, en el norte de Argentina, en la época de proceso militar, una época muy dura, violación de derechos humanos, una época que arrojó como saldo, al regreso de la democracia, 30.000 desaparecidos que nunca más volvieron a sus casas. Bueno, mi padre tiene un afan por defender al proceso militar, un afan por volver a ese pueblo, a esa provincia, pobre en realidad. Que yo sé que lo que busca constantemente es algo que ya no está y no va a estar por mas que regrese tercamente al lugar donde una ves estuvo. Mi madre. Ella enfermó y falleció después de eso