Saturday, September 13, 2008

La soledad de la casa

Drew ha realizado un viaje a las montañas de Colorado con sus amigos de infancia. Iowa se vislumbra como el eje de los tres amigos que vivieron juntos en la residencia universitaria cuando fueron "undergraduate". Yo me he quedado, esta vez, en casa con Sappho y Mila. Ya van tres días sin Drew y la casa se me ha hecho algo grande. Hay un silencio que se asemeja al silencio de toda mi infancia: alguien que espero que llegue pero que jamás llegó, o quizá mejor dicho, llegó tarde.

Este mes, las madres de dos de mis buenos amigos han estado de visita en Milwaukee. El Departamento se tiñó de un halo infantil cuando, por ejemplo, mi amiga Maira llegó con dos colitas y vestidito con panal de abejas a la oficina para presentar a su mamá de lo más orgullosa. Yo le dije, cuando la vi, que parecía un señora rica de las novelas mexicanas que alguna vez vi en Perú.

Después, la Chechi, mamá de Andrés, el colocho, ha estado de visita como por dos meses y hemos hecho una serie de cosas juntos, como viajar a Madison y comer "panchos" (robo de Laura) con cerveza.

Otra vez me sentí de cinco años en el nido y después en el colegio cuando mi mamá nunca estaba y mi uniforme me lo tenía que terminar de acomodar la mamá de alguna otra compañera.

La mamá de Maira y la de Andrés piensan que soy la peruana poeta cague de risa, tan amable que preparó una comida para ellas, pero lo que ellas ignoran es que la peruana cague de risa daría todo por hacer aquello para su propia madre a quien casi nadie conoce pero que es buena, bella, educadísima, con un gusto para vestirse delicioso, graciosa y cocina como nadie, además.

Te extraño hace treinta años mamá y todavía te sigo esperando.

1 comment:

no decir said...

ouch!
(casi casi me haces llorar)

saludos,
D